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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

lunes, 11 de diciembre de 2023

Aprender a nadar

 




APRENDER A NADAR A LOS 69

A principios de este año comencé a tomar clases de acuaeróbicos, a sugerencias de una amiga.  Nunca he sido persona de hacer ejercicios; no aprendí a correr bicicleta, ni patines.  Hice varios intentos de practicar algún deporte en la clase de educación física, que resultaron un desastre –veía venir la bola y me cubría la cara.  Tomé unas clases de natación en escuela superior y no pasé más allá de flotar boca abajo y ni remotamente me aventuraba al lado profundo de la piscina, que no estaba muy distante, ya que solo mido 5 pies. 

Al llegar a la adultez tomé conciencia de que era necesario hacer algún tipo de ejercicio, así que periódicamente caminaba o trotaba, tomé unas clases de tenis que resultaron un desastre debido al carácter dictatorial de la maestra, clases de yoga, las cuales disfruté mucho, pero por alguna razón abandoné después de un tiempo. De vez en cuando vuelvo a hacer algunas posturas, pero perdí el ritmo de hacerlo de forma consistente.  Y hablando de ritmo, intenté varias veces tomar lecciones de baile: bomba y plena, salsa y hasta tango, pero carecer de sentido de orientación es un reto.  Mientras  todo el mundo va para la derecha, yo voy para la izquierda y viceversa.

Cuando mi amiga me sugirió los acuaeróbicos pensé que era una buena opción para mantenerme más o menos en forma y resultó fantástico.  Hacer ejercicios en el agua es beneficioso por muchas razones y previene lesiones.  La maestra es excelente; está pendiente de que hagamos los ejercicios correctamente y tiene un entusiasmo envidiable.  Cuando supe que ofrecería clases de natación pensé que podía ser mi oportunidad de por fin aprender a nadar. Okey - tengo 69 años y parte de mí piensa que ya para qué voy a aprender a nadar, pero otra parte siente esta vergüenza de que vivo en una isla, para colmo soy pisciana y nunca aprendí a nadar.

En agosto comencé las clases y a principio me fue muy bien –hasta que llegué a la parte en la que hay que nadar con la cara dentro del agua y sacarla –de lado- para tomar aire.  No tienen idea de la cantidad de veces que no saco la cara porque no es el timing perfecto o peor aún, saco la cara, pero inhalo agua en lugar de aire.  Confieso que varias veces he estado a punto de darme por vencida.  Después de todo, he vivido 69 años sin nadar –es más, hay una piscina frente al apartamento y no la uso, así que no pasa nada si no aprendo.  Pero algo en mí me impulsa a seguir intentándolo, no porque lo necesite, sino porque me reta a vencer mis miedos.  No estoy acostumbrada a que las cosas me salgan mal –por eso he abandonado tantos otros proyectos, porque no salgo adelante.

Y ayer domingo sale esta columna de Luis Rafael Sánchez titulada –nada más ni nada menos que- Nadar.  Contrario a otras veces, en las que suelo leer el periódico en orden, anticipando el placer de llegar a la lectura de un escrito que habré de saborear con fruición, fui directo al texto –algo así como un quicky. La columna se inspira en la más reciente publicación de Manolo Núñez Negrón – Mandamás, a quien colma de elogios, por entre otros, gozar de una “impresionante acrobacia lexical”.  Claro, le reconoce al colega autor aquello de lo que mi admirado profesor ha dado sobradas muestras.  Curiosamente, tuve el libro de Núñez en mis manos y no lo adquirí, porque la temática me pareció muy escabrosa para mi gusto, pero mi antiguo profesor me ha dado otra lección: detrás de temas que parezcan ajenos a nuestra naturaleza puede haber tesoros ocultos, como algo que cautivó al profesor y ahora me compele a buscar el libro.

Luis Rafael Sánchez comienza la columna con una referencia al libro citado: “En la vida cada cual tiene que dar con su playa”.  Tras varios párrafos de elogios al citado escritor –que dicho sea de paso me parece un hermoso gesto-, procede a hacer una confesión: ¡No sabe nadar!  No solo eso, sino que también dice que eso le “abochorna, irrita, saca de onda no saber bracear por entre las sensualidades con que el mar agasaja, apenas se roza la humedad calenturienta de sus orillas”.  Vamos, que nunca nadie ha dicho de forma tan magistral que no sabe nadar. Sé lo que se siente.  Y me hago la misma pregunta que se hace mi profesor: “Si en la vida todos hemos de dar con la playa, en tanto que la vida alegoriza una embarcación que igual atraca que zozobra, me interrogo sopetonamente: ¿He dado yo con la mía?”.

A los 69 años, en el umbral de los 70 que en casi tres meses he de alcanzar, decidí aprender a nadar, tal vez en busca de esa playa, porque como dice mi admirado profesor que sin saberlo me sigue ofreciendo lecciones, “¡No hay playa más gloriosa que aquella cuyo nado remata en el destino procurado!”.

11 de diciembre de 2023

7 comentarios:

  1. Te felicito Ana, nunca es tarde para aprender, todos somos capaces y al lograrlo miramos atrás y nos llena de satisfacción el darnos cuenta que no era tan difícil, solo se resume en el deseo de cada cual y en no darse por vencido. Al final al dominar el medio Acuático, nos damos cuenta de la gran satisfacción que se siente, dominar y controlar tu cuerpo en el agua. Te felicito por el gran trabajo! Adelante!
    Joseline

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  2. Que belleza! Gracias por compartir sus experiencias.

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  3. Ana no nos conocemos pero yo también aprendí a nadar tarde en mi adolescencia, a los 70 años y coincido contigo de la satisfacción que da lograr algo q por tanto tiempo deseaba. Creo que todo llega en su momento. Este es tu momento, uno menos en la lista de cosas pendientes.

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  4. Excel
    , disfruté tu artículo y a disfrutar de los retos.

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  5. Orgullosa de ti y lo que has logrado, estás en tu elemento. Ahora te paseas por toda la piscina como la pececita que eres.

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  6. Ana, no dejes de escribir. Te busqué aquí y en Punto de Vista del Nuevo Día. Me gusta leer tus comentarios porque son muy sabios y honestos. Sí, cuando quieras. Estaré pendiente. Gracias

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