AMOR EN UNA RECETA
Durante esta
época he disfrutado de la lectura del
folleto de la temporada de Adviento de
Unity, que han titulado “La más dulce Navidad”. Lo he incorporado a mi rutina
de La
Palabra Diaria, la cual no me puede faltar.
Hace dos domingos un escrito capturó mi atención en la primera línea: “Cocinar
y hornear es una de mis actividades favoritas.” El artículo se titula Amor y sin duda, cocinar y hornear es
una de las maneras en que suelo manifestar amor. La autora, la Rvda. Teresa Burton relató una
anécdota personal sobre una receta que había compartido hacía años con una
amiga que hacía tiempo no veía. La amiga
la llamó porque perdió la receta de unas bolas de Navidad que le había copiado
en una tarjeta.
La autora
ofreció enviarle la receta por correo electrónico y la amiga le dijo que
prefería que le copiara la receta y le manifestó: “Me gustaba tener tu
letra. Todos los años veía esa tarjeta,
hacía esa receta y pensaba en ti”. Se me
aguaron los ojos en ese momento, y aún ahora, escribiendo estas líneas, se me
vuelven a aguar. He guardado recetas que
me han compartido otras amigas. Una de
ellas, me la dictó por teléfono y no tiene su letra, sino mi propia y casi imposible letra, que a veces hasta a mí
me da trabajo descifrar. Cada vez que
veo la receta, pienso en mi amiga Leila, que lamentablemente falleció hace
varios años y a quien recuerdo a menudo, particularmente cuando preparo la
receta que me dictó. Pero hay otra
receta que tiene una relevancia aún mayor con respecto a la publicación que leí
y por ello adorna este escrito.
Elena y
yo somos amigas hace más de 40 años. Su
esposo y mi ex estudiaron juntos en escuela superior. Nuestra amistad ha
sobrevivido a cambios, mudanzas, retos de salud y hasta mi propio matrimonio. Solíamos embarcarnos en proyectos culinarios
y compartir recetas. Una de esas recetas
es lo que ella llama mantecaditos de nueces y yo les digo bolitas de
nueces. Por alguna razón, las hago solo
en Navidad. Curiosamente, hace unos años
encontré una receta, creo que en un paquete de margarina, para lo que llamaron “snowball
cookies”, que resultó muy similar a la receta que Elena me compartió. ¡No en balde las hago solo en Navidad! Y no me extrañaría que fuera precisamente
esta receta o una variante de ella la que se identifica en la publicación de
Adviento como “bolas de Navidad”, la que ahora me inspira a escribir,
recordando a mi amiga Elena.
Elena no
habla mucho. De hecho, tal vez hablamos
cinco o seis veces al año, pero siempre nos encontramos para Navidad y nuestros
respectivos cumpleaños en marzo. Hay
algo en la entonación de su voz cuando me dice “Anita” que me transmite un amor
y ternura infinita. No nos vemos a
menudo y nuestras vidas son muy distintas, pero hay un vínculo inquebrantable
que se estableció hace décadas y aún perdura.
Cada vez que hago la receta de estas esferas polvoreadas de azúcar puedo
sentir su amor. Ver su letra en esa
tarjeta me la trae al pensamiento y me hace conectar con esa esencia pura, que
por alguna razón ha decidido mantener una amistad con esta mujer con quien
parece tener poco en común, pero que reconoce el valor de la amistad.
Soy
afortunada al tener amigas como Elena, reflejo de una dulzura que va más allá de
las galletas que horneo en Navidad. Les
deseo a todos que disfruten del dulce sabor de la amistad durante esta
temporada y siempre.
26 de
diciembre de 2023
Q dichosa soy de tenerte como amiga, un abrazote!!!❤️💐💞🎊💞
ResponderEliminar