Datos personales

Mi foto
Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 21 de enero de 2021

Un hombre bueno

 


UN HOMBRE BUENO

Ayer asumió la presidencia de los Estados Unidos alguien a quien no se le reconocen grandes dotes de oratoria.  Sí, Joe Biden no es la figura carismática que representa Barack Obama, quien hipnotiza con su presencia, su verbo fácil y su cautivadora sonrisa.  Concurro con Mayra Montero, quien en su columna de hoy tilda su discurso inaugural de soso.  Es cierto –no es un discurso pronunciado de forma tal que nos impresionara sobremanera; que nos hiciera desear  tomar acción inmediata para resolver los problemas.  No obstante, lo primordial no está en las palabras dichas, sino en las acciones.

En primer lugar, Joseph Biden participó el martes en la noche de una ceremonia sencilla, frente a la fuente que cruza del monumento a Lincoln hasta el monumento a Washington, para honrar a los más de 400.000 norteamericanos víctimas del COVID.  Una enfermera cantó Amazing Grace y otra cantante interpretó Hallellujah, ambas a cappella. No había público ni una gran orquesta. Tan sólo estaban Biden y Harris con sus respectivas parejas y un personal mínimo.  Imagino que tenía que ser sobrecogedor estar frente a esa enorme fuente reflectante, alumbrada en sus bordes por 400 luces que representaban a las víctimas del COVID.  No se mencionó, pero sin lugar a dudas esa cifra tan alta de muertes se debe, en parte, a la lenta respuesta del gobierno de Trump para atender la crisis y la negativa a tomar a tiempo las medidas preventivas necesarias.

El día de la juramentación estuvo plagado de simbolismos que apuntan a una presidencia que estará marcada por la atención a lo verdaderamente importante –la conciencia de que la sociedad norteamericana es una multicultural y multirracial.  La mera presencia de la Vicepresidenta es evidencia de ello, así como su juramentación por parte de la jueza Sonia Sotomayor, de padres puertorriqueños.  Jennifer López, epítome de lo que es ser multicultural, interpretó una combinación de This land is my land y America the beautiful, que es para los norteamericanos lo que Preciosa es para nosotros. Le añadió una frase en español –una nación indivisible, con libertad y justicia para todos, sin que faltara su resonante “let’s get loud”.  Ese grito es una afirmación de que los puertorriqueños, que somos ciudadanos americanos, tenemos el mismo derecho que cualquiera a estar allí y hablar español si queremos.

No podemos olvidar que bajo la administración Trump muchos de los llamados rednecks se envalentonaron y hostigaban a tod@s aquéll@s que hablaran español, exigiendo que hablaran inglés y gritándoles que regresaran a su país.  Por supuesto, esos rednecks que no se caracterizan por sus estudios más allá de escuela superior –como mucho- poco saben que un puertorriqueño es tan ciudadano americano como ellos y por ende, con el mismo derecho a estar allí y hablar el idioma que le plazca.  Peor aún, esos mismos rednecks se sentían con el mismo derecho de matar a un norteamericano negro, azuzados por temores infundados de que sus protestas son violentas o que merecen ser capturados porque “algo malo debían estar haciendo”. George Floyd fue la víctima más notoria en tiempos recientes, pero como el deben haber cientos, si no miles.

Ese mismo miedo y odio irracional se manifestó en el capitolio federal el día de Reyes, luego de que Donald Trump los azuzara con su discurso inflamatorio.  Ese no fue un discurso soso –fue un discurso dirigido a exacerbar los ánimos de una turba que no necesitaba mucho para exacerbarla.  Ante la mirada atónita de miles a través del mundo, vimos cómo escalaron paredes, rompieron ventanas, forzaron puertas e irrumpieron en el capitolio paseando la ignominiosa bandera confederada por sus pasillos.  Causaron destrozos, cinco muertes y lo peor de todo, el estupor de cómo algo así pudo haber ocurrido en el símbolo de la democracia americana.  Todo eso reveló que esa democracia es una frágil, que en ocasiones es un espejismo y que basta un insensato con poder de convocatoria como Donald Trump para hacerla tambalear.

En su columna, titulada El día que se fue Trump, la autora afirma que Joe Biden es un hombre sin personalidad y que “tendrá que reinterpretar su país a conciencia y y no buscando discursos circunstanciales”.  Creo que su apreciación nace del cinismo que impera en nuestros tiempos.  Personalidad tiene -que no sea avasalladora es otro cantar. Afirma que Biden carga con el lastre de Trump y que tendrá que demostrar que todo estaba mal hecho, lo que resultará agotador. Finaliza afirmando que la prensa estaba más pendiente de la llegada de Trump a Florida que a lo que ocurría en el capitolio.  No sé qué canal estaría viendo ella.  Yo, por mi parte, vi toda la ceremonia de juramentación incluyendo el discurso que tal vez yo misma catalogué de soso.  Hoy busqué el texto del discurso y no es para nada soso – es de palabras vitales.  Sencillas, pero no por ello simples.  Evidentemente, si lo hubiese leído Obama hubiese capturado más nuestra atención.

Yo les recomiendo que busquen el discurso de Biden en la página de Casa Blanca.  Así, se percatarán de otro cambio en esa página.  Hay un botón que dice ESPAÑOL, algo que desapareció al poco tiempo de la llegada de Trump a Casa Blanca.  Joe Biden no es un gran orador, pero es un hombre bueno, lo que resulta en un excelente comienzo.  No podemos decir lo mismo de Donald Trump.   Decía la poeta Maya Angelou que “cuando alguien te muestra quien es, créele”.  No me cabe en la cabeza cómo Trump dejó saber que era un patán desde mucho antes de ser candidato a la presidencia y aún así, sobre 70 millones de norteamericanos volvieron a votar por el que confirmaba a diario que en efecto, era un patán.

Restablecer la paz, el orden y el clima de respeto en Estados Unidos no será tarea fácil para Joe Biden, pero tiene un elemento indispensable: es un hombre bueno, que tiene en mente a los que más sufren, que habla de lo que harán todos juntos, porque sabe que esta es una tarea que requiere de muchos seres comprometidos y ya se ha ocupado de ir seleccionando excelentes funcionarios. A diferencia de su predecesor, su discurso hace referencia constante a “nosotros”, en lugar de los discursos de ese que según Mayra robó la atención de la prensa, obsesionado con afirmar “yo lo hice” y atreverse a decir que constituyó la mejor presidencia de la nación americana.  El show de Trump se acabó. La realidad del nuevo tiempo liderado por Joe Biden comienza.  Es un hombre bueno, comprometido con realizar los cambios necesarios en la nación americana y yo le creo.

21 de enero de 2021

 


lunes, 11 de enero de 2021

DE CORAZÓN

 



DE CORAZÓN

Hoy se conmemora el natalicio de Eugenio María de Hostos, educador, escritor y defensor de nuestra identidad puertorriqueña que ha sido proclamado “ciudadano de América”.  No hay mejor día que este para escribir sobre el obsequio inesperado que recibí por correo estas navidades.  Es preciso hacer referencia a quién es la persona que me hace el obsequio.  Lo conocí hace unos 17 años, en un templo muy pequeño de Unity que ofrecía los servicios en inglés.  Llegué allí no porque buscara servicios en inglés, sino porque asistí a unos talleres de desarrollo personal en los que conocí a unas personas asiduas de ese templo que me invitaron a un servicio, precisamente para Pascua.  En ese tiempo comenzaba a salir de lo que yo llamo mi periodo de estar “peleada con Dios”.

La razón para mi distanciamiento de Dios tiene que ver con la muerte de mi mamá y ese periodo duró hasta –irónicamente- un tiempo después de la muerte de mi papá.  Estaba sentada en el balcón de mi apartamento cuando de repente sentí algo que no puedo explicar; algo como sentir que mi papá estaba –sin estar- allí.  Y me dije a mí misma, si puedes sentir la presencia de tu papá que ya no está, ¿cómo es que no sientes la presencia de Dios? Poco a poco fui acercándome y Unity fue instrumental en ello, porque no me sentía presionada.  Iba allí porque quería, no porque sintiera que si no iba sería condenada.  Tampoco sentía que nadie me recriminaba si algún domingo decidía no asistir, del mismo modo que no siempre siento esa conexión con Dios.  Sin embargo, me esfuerzo por no perderla a través de la lectura de La Palabra Diaria, la cual perdura hasta el día de hoy

Calculo que cuando conocí al motivo de este escrito, ya llevaba bastante tiempo asistiendo a Unity.  El templo tenía –y no sé si todavía existe, porque hace mucho tiempo que no voy- un área con libros, tarjetas y otros objetos con mensajes.  En una ocasión me detuve a ver unas postales navideñas y resulta que allí estaba su creador, el artista Carlos Sueños.  Nos detuvimos a hablar un rato y allí inició una rutina en la que yo adquiría tarjetas navideñas creadas por él, las cuales enviaba a amistades especiales, porque estas no eran tarjetas producidas en masa.  Además, Carlos las realizaba en un papel especial.

Fueron varias las veces de encuentros en lugares que una no asociaría con arte, como una cafetería operada por dominicanos en Santurce, o un restaurante de comida rápida Subway.  Era como si fueran encuentros clandestinos para traficar en mercancía ilegal.  Yo le pagaba las tarjetas y él me entregaba su obra, en medio de unas interminables conversaciones. En una ocasión sí nos encontramos en el Museo de Arte de Puerto Rico, en uno de los bancos del vestíbulo, en un ambiente más cónsono con el objeto de nuestros intercambios.

Siempre que me encuentro con Carlos, hay conversaciones extensas, que giran en torno a temas variados.  Carlos puede hablar de la naturaleza, de procesos químicos, de las conexiones de las neuronas cerebrales, de los cristales en el agua, de teología, de  sus experiencias en distintas galerías o entornos del arte.  Su pensamiento es en ocasiones difícil de seguir, porque él hace unas conexiones que yo, honestamente, no siempre veo.  Su mente parece estar todo el tiempo como acelerada y un poco su obra refleja esa diversidad, esa manera distinta de ver el mundo.  Pese a que miramos el mundo desde prismas distintos, hay algo en su obra que alguien como yo -con una mente más lineal- percibe, porque es reflejo de que somos una unidad de mente, cuerpo y espíritu.  Y eso, mi corazón lo percibe.

A principios de diciembre recibí un mensaje de Carlos solicitándome mi dirección postal.  Pensé que iba a enviarme alguna promoción de alguna exhibición y hasta olvidé que no habíamos efectuado el encuentro en clandestinaje para la entrega de las acostumbradas tarjetas.  Le envié mi dirección y olvidé el asunto, hasta que a fines de diciembre recibí la obra cuya foto engalana este escrito, como felicitación navideña de su parte. Tengo que decir que se me saltaron las lágrimas.  Nunca pensé que un artista como él se preocupara por enviar este regalo a alguien que salvo por la compra anual de tarjetas y una obra que no representó un gasto sustancial, no puede haber significado gran cosa en sus ingresos como artista.  Lo llamé para agradecerle su regalo y tuvimos otra de esas extensas conversaciones.  Me dijo que estas navidades decidió hacer estos envíos de felicitación, usando un papel distinto.  Le comenté sobre lo que percibo como conchas de caracol en el diseño y se embarcó en otro de sus viajes por su mundo de artista al que yo no puedo acceder por otro medio que no sea el corazón.

En algún momento voy a enmarcar este singular regalo, que salió, como él dice, del corazón y así mismo yo lo recibo.  Namasté, Carlos.



11 de enero de 2021


jueves, 7 de enero de 2021

Turbas Republicanas

 



TURBAS REPUBLICANAS

Cuando era niña escuchaba hablar de las turbas republicanas y no tenía muy claro a qué se referían.  Más tarde escuchaba –y todavía lo escucho- a varios adultos afirmar que los republicanos son malos.  Papi solía decir “son tan malos que se comen ellos mismos por los rabos”.  El partido Republicano en Puerto Rico se remonta a inicios del siglo 20, cuando se decía que unos grupos en ese partido se dedicaban a hacer “el trabajo sucio” y cometían actos vandálicos y de ahí, la referencia a las turbas.

El Partido Republicano de Puerto Rico pasó a ser el Partido Nuevo Progresista, pero los que conocieron el origen se siguen refiriendo a los novoprogresistas como republicanos, con un indiscutible desprecio y rechazo al aspecto más negativo de su historia.  Por supuesto,  los republicanos o novoprogresistas no son personas malas per se, del mismo modo que en Estados Unidos hay gente honorable en el Partido Republicano de allá, que no es equivalente al de acá.  Que filosóficamente podamos pensar o actuar distinto es otro cantar. Como cuestión de realidad, en el Partido Nuevo Progresista hay personas afiliadas al Partido Republicano de Estados Unidos, mientras otras están aliadas al Partido Demócrata.

El asunto es tan complejo que es sorprendente saber que Abraham Lincoln, una figura asociada a la abolición de la esclavitud, era Republicano.  Y claro, ahora mismo resulta más chocante aún, cuando la figura máxima de ese partido es Donald Trump. Ha exhibido conducta prejuiciada, machista, prepotente, en fin, lo peor de lo peor. Este ser es lo más deleznable que se ha visto en mucho tiempo. Con su actitud, aplasta a cualquiera que se le ponga de frente y tiene la capacidad de convencer a mentes débiles de que sus opositores están equivocados y él es el que posee la razón.  Ha llegado incluso a convencer a predicadores de poca monta de que él es el elegido de Dios. Utiliza además una técnica que le sirvió muy bien a Adolf Hitler: repetir a la saciedad una mentira, de forma tal que muchos la aceptan como la verdad absoluta. 

Donald Trump se aprovechó de una masa crítica ignorante que lo sigue no importa lo que haga o diga.  Además, se rodeó de personas con intereses económicos y utilizó sus dotes de empresario exitoso para atraer a personas que no eran ignorantes, pero que atribuían sus exabruptos a excentricidades de su personalidad. Algunos afirmaban que todo era un espectáculo, como su programa de televisión, pero que en su fuero interno, esa no era la realidad.  Unjú. Yo personalmente creo que este hombre está desquiciado. Es un loco astuto, hábil, manipulador y con dinero.  La mezcla perfecta para el desastre que se creó.

Desde antes de efectuarse las elecciones, Donald Trump intimó que de no resultar ganador, las impugnaría.  Dicho y hecho. Desde la noche de las elecciones se ha dedicado a repetir que él es el ganador.  Ha impugnado los resultados, con alegaciones de fraude, en múltiples tribunales, sin éxito.  Ayer rebasó el límite de su conducta enajenada. Arengó a sus seguidores para que fueran al Capitolio Federal a protestar.  No hay más que imaginar a estos seres de poca escolaridad, lo que conocemos como rednecks que no pierden tiempo en razonar, escuchando a Donald Trump decir que había que impedir que les robaran la victoria arrolladora que había proclamado para sí.

Yo contemplaba con asombro las imágenes de los noticiarios.  Si bien es cierto que estos actos eran previsibles, no es menos cierto que hay algo que en  much@s de nosotr@s se resiste a pensar que en efecto, el temor se vaya a materializar.  No puedo entender cómo es que estas turbas de salvajes pudieron lograr acceso al interior del Capitolio Federal.  En toda la transmisión pude ver un solo negro, lo que contrasta con las imágenes de las protestas tras la matanza de George Floyd, cuando los que marchaban por las calles eran rodeados por policías anti motines.  La pregunta que me bulle en la cabeza es qué hubiera pasado si la convocatoria hubiese sido hecha por líderes del movimiento Black Lives Matter. Apuesto que los hubiese recibido todo un batallón armado hasta los dientes y no hubiesen llegado ni a la puerta.

La nación americana es una nación de grandes contradicciones.  Es innegable su avance en materia de derechos para grupos marginados y libertades individuales.  Al mismo tiempo, arrastra un pasado de discrimen contra los negros y personas de otras etnias.  Las libertades originalmente contempladas en la Constitución no aplicaban a los negros, pues se les consideraba propiedad.  Eso no se ha desvanecido del todo.  Un hombre como Donald Trump envalentonó a los grupos racistas, que tomaron el movimiento Black Lives Matter como una ofensa personal.  Envalentonó a los xenófobos que desprecian a todos los latinos, de forma tal que los increpaban cuando hablaban en español y les instaban a regresar a su país.  Por eso, el grito de U-S-A; U-S-A.  Make America Great Again era en realidad Make America White Again.

Lo que ocurrió ayer en la capital federal pone de manifiesto que la división en la sociedad norteamericana es mucho más profunda de lo que se pensaba.  Sanar esa nación va a tomar décadas, como décadas tomó alcanzar los derechos por los que el Dr. Martin Luther King tanto luchó.  Del loco que habita la Casa Blanca nos podremos librar en dos semanas.  De las turbas republicanas no.

7 de enero de 2021