VERGÜENZA AJENA
Ya
estamos bastante acostumbrados a los comentarios destemplados del presidente de
los Estados Unidos, Donald Trump. Mucho
se ha hablado sobre su personalidad, que refleja a alguien que proyecta
arrogancia, prepotencia y desdén hacia los menos poderosos o simplemente
aquéllos que le lleven la contraria. Eso
le ha hecho acusar a la prensa de incurrir en la difusión de noticias falsas (fake news) cuando las noticias le son
desfavorables. Cuando alguien prominente
le hace una crítica, intenta devaluarla, como quiso hacer con la actriz Merryl
Streep, a quien tildó de actriz sobrevalorada (overrated). No creo que haya
productor en Hollywood que no busque financiamiento para una película con esta
actriz cuya mera mención asegura que decenas de miles acudirán a disfrutar de
su arte.
Su
lenguaje corporal proyecta una persona que se siente dueño del espacio y todo
lo que lo ocupa, tratando a los demás con desprecio o condescendencia. Hasta su esposa queda atrás, sin que el
parezca apreciar su presencia. Cuando
habla no mide sus palabras, porque siente que como presidente de una de las
naciones más poderosas tiene el derecho de decir lo que le venga en gana. Sus comentarios y actitudes han ofendido a
mujeres, a periodistas, a líderes de otras naciones y a gente común. El incidente del papel toalla y sus
comentarios insensibles en Puerto Rico a raíz del paso del huracán María dejó
un sinsabor de tal magnitud que todavía me siento incómoda cuando veo un rollo
de papel toalla.
Ayer, sin
embargo, botó la bola. En medio de una
reunión con líderes legislativos para discutir asuntos relacionados con una
reforma migratoria, expresó su descontento con la presencia de personas
provenientes de países que son un “agujero de mie..” (s..thole countries) como África y Haití y su deseo de que hubiese
más inmigrantes de países como Noruega.
Si estas expresiones hubiesen sido hechas por un alto ejecutivo de una
compañía norteamericana o un atleta u otro famoso que representara a la
compañía en anuncios publicitarios, ya lo habrían despedido
fulminantemente. Que las expresiones
hayan sido dichas por el máximo representante de cualquier nación constituye
una vergüenza cósmica.
Es
difícil creer que haya una persona con tan poca conciencia del decoro; de lo
que significa ser un jefe de estado. Me
imagino al presidente de Francia o la primer ministro de Inglaterra, ambos
personas respetuosas del protocolo y ya hastiados de las actuaciones
vergonzosas del presidente Trump, reaccionar con total asombro de que el
norteamericano haya descendido al nivel del agujero al que aludió. Me imagino a los empleados de la Casa Blanca,
que no encontrarían dónde meter la cara después de escuchar los desafortunados
comentarios.
No se
trata sólo del desprecio a la miseria en que vive la mayoría la población de
los países que Trump denigra; se trata además de que la gran mayoría de sus
habitantes son de la raza negra y la
gran mayoría de los habitantes de Noruega son blancos, blanquísimos. Me imagino a los especialistas en
comunicaciones en Casa Blanca tratando de ver cómo manejar esto que como
decimos vulgarmente para referirnos a lo que no hay por dónde agarrar -utilizando la imagen escatológica que Trump
evoca- es un gigantesco “palo cag..”.
Hoy
estuve en mi clase de yoga, conducida por mi amado maestro y padre espiritual
Yakeen. El énfasis fue en el amor, que
es lo único que debe prevalecer. No me
siento tan iluminada como para envolver a Trump en pensamientos de amor. Me resulta altamente irónico que el lunes se
conmemora el natalicio de un norteamericano de verdadera estatura moral, quien
habría encontrado las palabras apropiadas para enfrentar a este hombre que es
como una pesadilla, un gran error, una mácula en la historia que habrá de
escribirse sobre la época que la nación americana enfrenta y de la cual,
queramos o no somos ciudadanos. El
hombre que sabría tener las palabras apropiadas que yo no encuentro dijo una
vez: Love is the only force capable of
transforming an enemy into a friend. Ese
hombre fue Martin Luther King y hoy, a casi 50 años de su muerte, hace tanta
falta como en la época que le tocó vivir.
12 de
enero de 2018