CONSEJITOS
Yo me
imagino que a algunas mujeres les interesará este tipo de consejitos. Una columnista en el periódico de hoy aborda
el tema de la soltería y ofrece consejos a las féminas de cómo salir de ese
estado. Cuando yo era más joven, estar soltera era no haberse casado, pero hoy
en día esto abarca no tener pareja, más allá de si no se está casada. Yo ya no estoy casada, ni tengo pareja, así
que estoy inequívocamente soltera. Hay
una parte de mí que quisiera estar en pareja sea casada o no y hay otra parte
que valora la independencia de tener todo el espacio para mí; no tener que
esperar por el otro para tomar decisiones.
Cuando quiero salir, simplemente agarro mi cartera y me voy.
A través
del tiempo me he movido entre momentos de soltería y de emparejamiento y debo
confesar que hay muchas cosas que echo de menos de estar en pareja. Me gusta acurrucarme, sentir que soy especial
para un hombre en particular, vestirme con su mirada en mente, preparar
exquisitos platillos con su vino, conversar sobre temas de actualidad o asistir
en compañía masculina a nuevos restaurantes.
Por el momento, la compañía masculina
es un amigo al que me unen muchos intereses, pero no somos pareja. El por qué sería otro escrito que no creo
vaya a hacer.
El asunto
es que me detuve a leer los consejitos.
Sin lugar a dudas que hay lugares en los que es poco probable que vaya a
encontrar pareja. La columnista sugiere
ir a una barra donde proyecten una pelea de boxeo, asistir a una exhibición de
yates o carros antiguos, partidos de fútbol, que me inscriba en un curso de
mecánica o que vaya a una ferretería y simule estar buscando algo. Vamos por partes.
El
boxeo. Estoy totalmente en contra de
esto que para mí es un mal llamado deporte.
No concibo hacer un deporte de golpear a otro ser humano hasta lograr
que no se pueda levantar. Y mucho menos voy a una barra repleta de hombres que
sin lugar a dudas pensarán que estoy ahí buscando un macho. Esta alternativa queda descartada. Yates o
carros antiguos. Esta alternativa me
produce un aburrimiento tan grande que dudo que mi cara inspire a ningún hombre
a acercarse. Partido de fútbol. Variante del caso anterior. Inscribirme en un curso de mecánica. En primer lugar, los hombres creen que lo
saben todo, así que ¿quiénes estarían en el curso de mecánica? –otras mujeres,
por supuesto. Creo conveniente adquirir
unos conocimientos de mecánica, pero dudo mucho que vaya a ponerme a bregar con
esto. Mejor se lo llevo al mecánico, que
parece un tipo simpático, pero no es soltero y dudo que tengamos mucho en
común.
La
ferretería. Esta última me causa gracia porque me imagino yendo a la ferretería
preguntando por los pistoquitos, los cositos
o el desto, como aparece en una
campaña publicitaria de una ferretería local.
Cuando tenga que ir a una ferretería a buscar los pistoquitos, los cositos o el desto, lo haré porque de veras los necesite, no como una
pretensión para buscar pareja, aparte de que no quiero andar por ahí simulando
ser una boba. En mi caso lo tendría que simular; en el caso de muchas, no
tendrían que simularlo.
Yo no
quiero una pareja para sentir que ya no estoy sola, ni para atrapar a un hombre
del cual estaría aburrida al mes de conocerlo.
Yo quiero una pareja para que nos acompañemos en el viaje de la vida;
llenemos nuestros días y noches de ilusión; sintamos que nuestra vida
en común tiene un propósito. No, los
consejitos de hoy no me sirven, gracias.
6 de
agosto de 2017
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