CHINCHES APESTOSAS Y LA HIPERBOLICUM PORTORRICENSIS
El domingo pasado me topé con una
columna en la sección de ciencia del periódico.
Me llamó la atención porque el titular hacía referencia a que una
puertorriqueña descubrió un nuevo insecto.
Y esto puede parecer poca cosa, porque no solemos tener una predilección
por estos miembros de la especie animal que incluyen fastidios como moscas,
mosquitos, hormigas, caculos y -horror de horrores- cucarachas. Hay científicos que estudian especies marinas
-que me fascinan- o felinos -ídem. Hace
tiempo que aprendí que somo seres interdependientes y que cada especie tiene su
razón de ser, aunque no tod@s lo sepamos.
No voy a escudriñar la utilidad de las cucarachas ¡ugh!, pero alguna
tiene que tener.
Pues la chica que descubrió el
nuevo insecto que ahora será nombrado en su honor se sentía feliz, tras el descubrimiento
de la nueva especie que pertenece al género de chinches apestosas. Ok, ella tan feliz de haber descubierto un
animal que según la foto que aparece en el periódico no es algo que podríamos llamar
bonito y más aún, eso de que sea apestoso lo hace peor. Yo estaría contenta de haber descubierto una
nueva especie de mariposita, de libélula, algo más mono -que dicho sea de paso,
podría ser hasta una nueva especie de mono, aunque no sean insectos. Y ella tan feliz.
Me resultó gracioso que el hallazgo
se dio en medio de una expedición de alrededor de un mes en las montañas de
Panamá y que el proceso de identificación del género o sexo de los especímenes
se hace al disecar su genitalia. No me
imagino el trabajo que debe dar disecar una chinche para descubrir si es macho
o hembra. Más gracioso me resultó además
que la chica relata que en estas expediciones pueden pasar varios días sin
bañarse, por lo que aparte de las chinches debía haber varios humanos apestosos. Bromas aparte, el estudio de nuevos
organismos es de suma utilidad para identificar enfermedades, pero mejor aún,
posibles curas a éstas. Le debemos a
estos científicos la cura de muchos padecimientos que han cobrado vidas. Sabe Dios si estas chinches apestosas logran
exterminar el cáncer cuando las células enfermas mueren de asco al sentir la
peste.
Y ya que estoy en esto del
descubrimiento de nuevos especímenes, creo que debe hacerse un estudio de una
especie de padecimiento colectivo que pudiésemos llamar el Hiperbolicus
Portorricensis, ocasionado por la especie Maripilus Inconsecuentis. La participación de una mujer que se ha hecho
famosa a base de explotar su sexualidad desde un programa -memorable para
algun@s y decepcionante para otr@s- que
se llamaba No te duermas. Las
mujeres tenían que ser voluptuosas y exhibir sus cuerpos. De ahí, la mujer pasó
a alimentar su fama con las aventuras amorosas que tenía con hombres que se
deslumbraban con su nalgaje y tetaje. Y
las parejas eran siempre hombres con abultados bolsillos -no eran ningunos pela’os,
aunque debo reconocer que ella tenía sus propios negocios, en los cuales es
aparentemente exitosa.
Pues la Maripilus inconsecuentis
participó, con toda su exuberancia y vocabulario limitado pero combativo, de un
programa de televisión en el que l@s partcipantes, tod@s supuestamente famos@s
de varios países, debían permanecer creo que por 3 o 4 meses en una casa. El canal que patrocinaba esto daba informes
en la sección de farándula del noticiario y poco a poco l@s seguidor@s se fueron
contagiando con la nueva enfermedad.
Había un furor por votar para lograr salvar a “la nuestra” cada vez que ella
estaba en peligro de ser eliminada y perder los $200,000 de premio, porque ella
no hacía esto por la patria, no se equivoquen.
Y vamos, cada quien tiene derecho a competir para ganarse unos chavitos. Los de cierta edad recordarán aquel programa
de “Sube nene, sube”, donde un hombre debía trepar por un poste engrasado para
ganar y poder cubrir los gastos de una boda, pero no traten de venderme este
ejercicio de la Maripilus como uno patriótico.
El furor que se creó se convirtió
en epidemia, que tuvo su momento clave y que da pie a la identificación de una
nueva enfermedad tras el desborde de exceso y ridiculez del jueves pasado, en
el que la Maripilus regresaba al país.
Se organizó una caravana que salió del aeropuerto en una ruta que se
anunció en los periódicos, como si se tratara de alguien que se había esforzado
por representar al país tras años de entrenamiento en disciplinas del deporte o
concursos de belleza. O tal vez ahora se
instituya un nuevo deporte. El
recibimiento en el aeropuerto creó caos y el desfile de la carroza fue
transmitido por el canal que auspició el evento, sin dejar pasar gota de sudor
secada, policías apartando fanáticos deseosos de tocar a la Maripilus como
si de manto sagrado se tratara, banderita agitada, ni el rótulo de bienvenida
del Municipio de San Juan, que aclaraba que estaba “Autorizado por el Contralor
Electoral”.
Este es un país sumido en estrechez
económica. Faltan médicos, no hay
suficientes policías para prestar la vigilancia necesaria, los programas de
asistencia a personas sin recursos son un desastre. Precisamente el día del recibimiento salió un
reportaje sobre la falta de educación sobre una modalidad del maltrato hacia la
mujer -violencia económica- que consiste en la restricción de todos los fondos
por parte del hombre. Y cuando digo
todos, es todos – la mujer debe justificar hasta la compra de tampones. Nuestra Universidad es asediada por todos los
flancos -se nos desmorona poco a poco.
Llora ante los ojos de Dios que no hay fondos para tantas necesidades
básicas, pero aparecen fondos para anunciar agencias gubernamentales en
campañas tan simpáticas, pero inconsecuentes, como la de una de las depenencias
del Departamento de la Familia “Somos un equipo” con niños y sus padres, balón
de baloncesto en mano, a todo color, página completa en el periódico y pautas
en televisión que tienen que costar un ojo de la cara y la mitad del otro.
Yo nunca había visto un anuncio de
la Administración de Rehabilitación Vocacional hasta ahora. Y creo que hace falta anunciar los servicios,
pero aspectos específicos no esta cosa muy linda de lo que podemos lograr,
cuando se hace sólo ahora y sin precisión.
Y no quiero pensar en lo que costó el contingente de policías en el
recibimiento, en la caravana, ni lo que habrá de costar el recibimiento en
Ponce, porque como la Maripilus es de Ponce, hay que recibirla con todos
los honores allí también, faltaría más.
Sabe Dios cuántos robos, agresiones y sucesos peores no fueron atendidos
por falta de policías, mientras muchos estaban en el recibimiento. Dicho sea de paso, el evento fue catalogado como
histórico por la reportera de farándula que cubría el acontecimiento.
Ahí caí en cuenta que había una
epidemia de Hiperbolicum Portorricensis.
Según la tercera acepción de la palabra histórico incluida en el Diccionario
de la Real Academia Española, histórico es algo “digno de pasar a la
historia”, sinónimo de “trascendental, crucial o significativo”. Histórico fue el hit 3000 de Roberto
Clemente, así como su sacrificio supremo al acudir a ayudar a víctimas en
Nicaragua. Histórica fue la medalla olímpica de Mónica Puig, el establecimiento
de la Universidad de Puerto Rico, el Oscar de José Ferrer, el nombramiento de
Sonia Sotomayor al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el momento en que se
izó nuestra bandera por primera vez, el paso del Huracán María, con los
desmanes del gobierno, la titánica labor de las comunidades y el momento en que
un pueblo se hartó de los abusos y obligó a un inepto gobernador a renunciar. Y así hay miles de momentos históricos, pero
esta reportera, contagiada con la Hiperbolicum Portorricensis confundió
los conceptos. Es urgente combatir esta
nueva enfermedad – nos nubla el entendimiento, nos hace confundir realidad con
ficción y nos hace ver héroes o heroínas donde solo hay brillo. El tiempo apremia. Las elecciones están a la vuelta de la
esquina.
27 de mayo de 2024.