YO TAMBIÉN HAGO LO QUE ME DA LA GANA
Como ya
he escrito bastante sobre Bad Bunny, pensé que volver a escribir sobre este
fenómeno era redundar, pero como diría Luis Rafael Sánchez, cuando uno quiere redundar, redunda. Los
tres conciertos llenos a capacidad en el Choliseo y las transmisiones en
distintas plazas y sitios de reunión, dan cuenta de que esto no es algo
pasajero; Bad Bunny vino para quedarse y a l@s que no nos gusta su estilo,
vamos a tener que bregar con eso. Y bregar
con eso no está fácil. En primer
lugar, nos sale hasta en la sopa y somos obligad@s a escucharlo cuando hay
grupos de personas en el vecindario cercano poniendo su música a un nivel que
constituye alteración a la paz, pero que
no hay mucho que hacer porque no hay patrulla que venga a poner orden a las 2 o
3 de la mañana.
El género
del reggaetón – mucho menos el trap no
es de mi agrado, como no lo es la salsa o el jazz ese que no tiene melodía, o
las composiciones de música “clásica” que son disonantes. Prefiero las baladas
de Ednita o Kanny García, los boleros, la salsa de Gilbertito, el merengue de
Juan Luis Guerra, los conciertos de violín o cello y por supuesto, las
interpretaciones magistrales de Luciano Pavarotti. Y precisamente eso es lo que tod@s deberíamos
entender. El hecho de que yo encuentre
sublime a Pavarotti no quiere decir que lo ponga a todas horas, a alto volumen,
para imponérselo a mis vecinos. Es más,
con todo lo que me gusta, no estoy oyéndolo todo el tiempo. Si yo no le impongo a Pavarotti al
vecindario, no veo por qué yo tenga que aceptar que me interrumpan mi sueño con
el sonsonete característico del género, aunque por fortuna no se pueda entender
a cabalidad la letra de las canciones.
Y las
letras son otros veinte pesos. De hecho,
mi mayor objeción a Bad Bunny no es por el género de música que prefiere o
porque no me guste su voz. Me tiene sin
cuidado su vestimenta, si se pinta las uñas, el abuso de las llamadas malas
palabras o con quién o quiénes se acueste.
Lo que me incomoda es el lenguaje despectivo hacia la mujer, llamándola
pu.. o el carácter violento de muchas de las letras o visuales en sus vídeos.
Uno de ellos lo muestra en un residencial, simulando usar ametralladoras,
rodeado de niños de 9 o 10 años encantados de ver a su ídolo. Y sabemos – o por lo menos yo lo sé- que peor que ver a Bad Bunny simulando tener
una ametralladora es que muchos de esos niños han visto verdaderas balaceras
con armas de diversos calibres. Bad
Bunny retrata lo que ve, pero no veo una lírica de denuncia, sino simplemente
lo muestra y ahí lo deja. Queda de
nosotros poner el balance, informando a es@s niñ@s que esa no es la manera de
resolver las situaciones. Ajá –¿y l@s
niü@s que no tienen quien les guíe?
Hoy hay
una columna de la antropóloga Yarimar Bonilla en la que analiza la figura de
Bad Bunny y compara la situación actual con la crítica que se le hacía a los
Beatles. Salvemos las distancias. Los
Beatles escandalizaron por su ropa, por la reacción que causaban en las
adolescentes y porque era vox populi que fumaban marihuana y probablemente
experimentaban con otras cosas, pero las letras de sus canciones se han
convertido en clásicas. Basta recordar Yesterday, Michelle, Hey Jude y el
clásico de John Lennon, Imagine. Y sí, en distintas épocas se
ha criticado a diversos artistas que rompen con la norma, pero eso no le otorga
validez a las letras explícitamente violentas y ofensivas. Letras como esta:
A tu mujer en cuatro voy a ponerla
Chin…ndo y fumando un pasto de la Perla
Tu cara ya nadie va a reconocerla
O esta
otra joya:
Yo soy de P fuckin’ R
Donde yo crecí la vida no vale na’
So, mejor que no te aferre
También tengo un pana que te mete
Y no le teme a que la policía lo encierre
Este es Puerto Rico, lugar de respeto
¡Respeto! Es decir, el respeto se gana a la trágala y
se pregona que aquí impera la ley de las armas largas. ¿Y con qué cara se critica la violencia que impera en Estados Unidos
precisamente porque hay individuos armados hasta los dientes, sin mayores
restricciones? Y las luchas por los puntos se retratan, pero no se dice más
nada.
Yo soy de P fuckin R
Los maleantes con la R
Mejor que la boca cierre
Ante que los míos te entierren
Dice
Yarimar Bonilla que “esto no es Verde Luz, pero esto es PFKNR”. Pues para mí no es Verde Luz, pero mucho
menos es PFKNR”. Que la expresión es de
un coraje que se lleva enredado al país.
No podemos andar por ahí encabronados con el mundo, que todo tiene su
momento. Sigue diciendo Yarimar que “Benito nos devolvió una nueva imagen de
país,; un lugar donde todos podemos hacer lo que nos dé la gana, donde no se
censuran las palabras malas o el lenguaje inclusivo”. Y más se ha escrito sobre el hecho de que Bad
Bunny le dijo mamab… al gobernador y luego ha planteado que los gobernantes le
han faltado el respeto al país. No hay
duda de ello.
Y si BB
le dijo mamab… al gobernador porque le dio la gana, éste muy bien podría
ripostarle más mamab… eres tú porque también le diera la gana. Y dicho sea de paso, sería interesante estudiar
la etimología de la palabreja y ver si el insulto refleja un pasado no muy
inclusivo que digamos. Entiendo la
indignación que las respuestas post María, post terremotos, post pandemia, que
LUMA y todas las calamidades de este gobierno que nos han llevado a pensar y
hasta comentar por lo bajo que son todos unos cab…, pero no podemos- bueno de
poder podemos, pero no debemos andar por ahí profiriendo insultos a diestra y siniestra,
sin pensar en las consecuencias. No todo
el mundo hace un análisis sosegado de la realidad y podríamos terminar con un
mundo más cínico e intolerante.
La
intolerancia que se nos atribuye a generaciones anteriores que vemos con
disgusto este culto desenfrenado al YHLQMDLG es otra cara de la intolerancia de
los seguidores de BB a otras formas de pensar o de pedir que se nos permita disfrutar del silencio. En mi caso, he sido objeto de bromas por mi
preferencia por los conciertos de música clásica. Yo no le impongo mi música a
los seguidores de BB, pero tampoco quiero que ell@s me impongan la suya. Que yo también hago lo que me da la gana
cuando puedo y no me da la gana de quedarme callada para no parecer fuera de
moda.
31 de
julio de 2022