NIEVE Y DISTRACCIÓN
Ya hace una
semana del apagón general que tuvimos y ocasionó pérdidas, disgustos, dolores
de cabeza, frustraciones y una razón más para hacer memes sobre los intentos de
explicaciones del gobierno y su alter ego LUMA.
Este engendro se supone venía a resolver los problemas que la Autoridad
de Energía Eléctrica no pudo resolver. Previo a entrar en funciones en junio pasado, LUMA estuvo un año conociendo –supuestamente-
y cobrando, literalmente, por esa familiarización. Entró en funciones con un déficit de
empleados y un déficit de credibilidad que al día de hoy no sólo no se ha
reducido, sino que se ha acrecentado.
Para mayor desgracia, justo al inicio de asumir el control surgió el
primer apagón y las vueltas a la noria para no dar una explicación creíble, lo
cual se ha convertido en costumbre.
Luego del
verano pasado han ocurrido más apagones e interrupciones en el servicio. En mi caso, hay temporadas en las que el
servicio se va todos los días –a veces por minutos; a veces por horas. Me preocupo cuando llueve mucho, pero a veces
me he quedado sin luz bajo un sol resplandeciente. Cuando horneo bizcochos siempre ruego que no
se vaya la luz. Cuando se va por minutos, es como un alivio. Cuando se va por horas, es desesperante. Durante este último apagón estuve unas 15 horas y
media sin luz y luego que regresó se volvió a ir varias veces –afortunadamente sólo
por minutos. Mientras esperaba durante
esas 15 horas y media, me preocupaba por el contenido del congelador, al que no
quería ni mirar. Pero la mayor preocupación
era tener que recurrir a la estufita de gas, porque le tengo pánico.
El apagón
fue a eso de las 8:45 de la noche. Estaba viendo televisión y no pude ver el
final de una serie española muy buena. Para
mala pata, tenía como mitad de carga en el teléfono y como 10% en la tableta,
así que no quise ponerme a averiguar mucho, para ahorrar batería. Cuando finalmente me decidí a investigar la
causa, supe que la cosa iría para largo y me acosté sin poder usar la máquina
de terapia respiratoria. Por fortuna mi
apartamento es bastante fresco. A la mañana
siguiente ni asomo de un poquito de luz que no fuera la del sol y se desvanecía
la esperanza de que la luz volviera para no tener que prender la estufita.
Nacarile –a eso de las 8:30 el hambre arreciaba y las tripas reclamaban café.
Una amiga
me regaló uno de esos aparatitos para prender estufas de gas que permiten
prenderlas desde una distancia mayor, pero no me funcionó. Ni modo, acudí a unos fósforos que son más
largos que los normales y luego de conectar la estufita al pequeño tanque de
gas – de esos que se usan para acampar, abrí la llave del gas y nerviosamente
intenté prender la estufa. Se me apagó
el fósforo. Al segundo intento, acerqué
el fósforo con manos temblorosas y ¡fum! se prendió la estufa. Este ¡fum! con la
enorme llama siempre me causa pavor, pero superado el susto, le sigue rogar que
una ventisca no apague la llama. Retos
superados. Café con leche y tostadas en
una plancha, con mantequilla.
Después
que como, suelo tranquilizarme, así que
ya lo saben, si tienen algo difícil que comunicarme, asegúrense que haya
comido, porque cuando tengo hambre me transformo. Por fortuna la luz volvió al
mediodía, así que fue un alivio saber que no tendría que volver a escuchar el ¡fum! Y mi buena fortuna no fue la de la
mayoría. Creo que mientras yo pensaba
qué iba a cocinar en mi estufa eléctrica y sacaba víveres aún frescos de la
nevera, más de la mitad de de población permanecía sin luz. Hubo gente que
estuvo 5 días sin luz. Las pérdidas de
comida en hogares y negocios son incontables.
Que no es lo mismo que yo pierda un steak, dos pechugas, una salchicha
italiana, unos canelones que me sobraron, unas empanadillas de mariscos que me
quedaron exquisitas, varios paquetes de queso rallado, media docena de huevos y
dos o tres cosas más que puedo reponer –aunque perder los canelones y las empanadillitas
me hubiera dolido mucho- a que las pérdidas las sufra una pareja de pensionados
que sólo tienen una pensión reducida o un chequecito de seguro social que a
duras penas alcance para cubrir lo indispensable. No es lo mismo que yo pierda lo ya mencionado
que descansaba en mi nevera y congelador, a que una familia con niños pequeños
o una viejita en el campo pierda lo que no podrá reponer en buen tiempo. Se me
parte el alma de pensarlo.
Mientras
la gente estaba en sus casas enfrentando la situación como podían vi la
conferencia de prensa citada al otro día, en la que nadie podía dar una fecha cierta,
ni aproximada tan siquiera, de cuándo podría restablecerse el servicio. Y entonces entra en escena este bomboncito
que presumo pusieron para que diera cara a nombre de LUMA en lugar de su
presidente, el Stensby ese que nos revienta.
Imagino que uno o varios genios de las comunicaciones pensaron que sería
un éxito poner a este hombre de buen ver, que se expresa en español a dar las
explicaciones a nombre de LUMA. Bueno,
habló, pero dar explicaciones, lo que se dice explicaciones, no.
En un
momento dijo que la gente en la calle dice que el servicio está mejorando. Yo, que estaba sentada frente al televisor
viendo y oyendo al bomboncito, exclamé, como si él me estuviera oyendo a mí: ¡EMBUSTE! Y entonces se inspiró y dijo
que “no quisiera que una noche de nieve desluzca una primavera hermosa”. Yo no
sé si es casado o tiene novia –o novio- y ha utilizado imágenes similares para
conquistar, pero presumo que salvo a los genios que lo colocaron allí apara
adornar –digo- comunicar, conquistó a muy pocos. Tal vez a los guaynabitos y a los que tienen
placas solares y mega plantas eléctricas, no esas chiquititas a las que sólo
puede conectarse la nevera y duran como mucho
8 horas antes de que haya que darles de beber.
Y esos, literalmente son otros 20 pesos, porque para colmo, la gasolina
está por las nubes.
Pues sepa
el bomboncito que en la calle que yo vivo la gente no está contenta con el
servicio y para la mayor parte de la población esto se siente como un invierno
completo, no una noche de nieve, con el desastre que debe suponer una nevada
sobre las líneas eléctricas del trópico que
jamás han visto nieve y no están preparadas para el peso que eso supone.
Ya me imagino los postes cayendo como fichas de dominó bajo el peso de la nieve
y nosotros, sufriendo por semanas sin energía eléctrica. Y el horror es que estamos a ley de na’ para la temporada de
huracanes y de eso, lamentablemente- sabemos demasiado.
El
bomboncito cuyo nombre no recuerdo debe estar tranquilo. Si le va mal en LUMA o como abogado, ya sabe
que puede irse a animar concursos de belleza o reality shows- que ya
sabemos que tienen mucho de show y
poco de reality.
En Cupey,
a 12 de abril de 2022 y afortunadamente, aunque no sé por cuánto tiempo, con
luz.