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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

domingo, 10 de mayo de 2020

Mi mamá y los espaguetis





MI MAMÁ Y LOS ESPAGUETIS A LA ITALIANA

Mi mamá murió hace más de 45 años, por lo que hay muchas cosas de ella que desconozco. El asunto se complica porque no me queda mucha gente a quién preguntar detalles de su vida que para mí permanecen como un misterio.  Mami fue una de ocho hermanos que quedaron huérfanos y se crió con unos parientes.  Los hermanos fueron repartidos entre varios familiares, pero siempre se mantuvieron en comunicación. La mayor parte de ellos, si no todos, permanecieron en el pueblo de Corozal. De los parientes que criaron a mi mamá sólo recuerdo que tenían una tiendita de dulces y llegué a visitarlos en Bayamón.  No sé cómo fue su crianza de niña, ni cuántas carencias materiales y afectivas pudo haber tenido.

Sea como fuere la crianza de mi mamá, lo cierto es que junto a los retos que le presentó la vida, se convirtió en una mujer extremadamente fuerte.  Se casó con un hombre extraordinario –mi papá y procrearon dos niñas.  Yo fui la mayor.  No tengo muy claro si fue antes o después de mi nacimiento, pero tuvo que enfrentar situaciones de salud que conllevaron una operación de la glándula tiroides.  Junto a mi papá le hizo frente a  una crisis económica que obligó a Papi a vender un carro que le encantaba.  Luego surgió la primera gran tragedia. Mi hermanita menor, de tan sólo año y medio, falleció.  Yo no tengo recuerdo de ello, pues contaba con tan sólo tres años de edad, pero sí recuerdo que dejé de preguntar sobre mi hermanita Ileana, porque cada vez que lo hacía Mami se echaba a llorar.  Creo que de tanto llorar eventualmente dejó de llorar del todo, haciendo su carácter aún más recio.

Crecí entonces como hija única y lo cierto del caso es que aunque no éramos una familia acomodada, jamás supe lo que era hambre, aunque pudo haber carencias en esos primeros años en que mi hermanita aún vivía.  Papi me llegó a relatar que durante esos primeros años no había suficiente dinero para comprar raciones de carne para los cuatro, así que Mami hacía espaguetis con carne para mi hermanita y yo, mientras Papi y ella los comían “a la italiana”, que quería decir sin carne.  De hecho, busqué en el libro de cocina que ella usaba y en efecto, hay una receta de “espaguetis a la italiana” y no lleva carne.

Mi mamá aprendió de cocina presumo que en el hogar de crianza o de sus hermanas, todas excelentes cocineras versadas en cocina criolla, pero fue mucho más allá en su nivel de sofisticación a través de reproducir recetas que recortaba del periódico o revistas.  Mi mamá lo mismo hacía arroz con habichuelas y bistec, que una paella con todas las de la ley.  Lo mismo incorporaba ingredientes tan sofisticados como las coles de Bruselas –que detesto- que transformaba la cachipa del coco que ella misma rallaba en un delicioso polvo de amor que aún adoro.  Me crié en la época que el lechero dejaba la leche en envases de cristal en el balcón, por lo que si por algún motivo teníamos que salir bien temprano y regresar tarde, la leche se echaba a perder.

Esa leche echada a perder es símbolo del poder que tenía mi mamá para transformar un alimento que aparentaba no servir, en algo apetitoso.  Con esa leche cortada, Mami hacía algo que a Papi le encantaba: dulce de leche de ese que queda en grumitos.  Lo cierto del caso es que Papi se alegraba cada vez que la leche se cortaba. Los postres de mi mamá eran celebrados por los vecinos, con quienes solía compartir sus creaciones: besitos de coco, mantecaditos  hechos con Manteca El Cochinito, que venía en un empaque de cartón, tembleque de dos capas –una de coco y otra de chocolate, bizcocho al revés, flan de vainilla, de coco, en fin, todo un deleite al paladar.

Yo siempre he sido, como dicen “buen diente”; no era melindrosa, salvo por las coles de Bruselas que ya mencioné y lo que para mí era lo peor de lo peor: hígado.  Como mi mamá quería que me alimentara bien y el hígado es buena fuente de hierro, me obligaba a comerlo Ugh!  Al yo manifestar que no tenía hambre, me respondía pues si no tienes hambre para la comida tampoco tienes hambre para el postre y yo, con tal de disfrutar de los exquisitos dulces, me empujaba aquélla cosa espantosa que aún hoy día no puedo soportar.  De hecho, nunca he hecho hígado –Ugh!

El carácter recio de mi mamá se reflejaba en sus exigencias de que las cosas se hicieran bien. “Las cosas se hacen bien o no se hacen” parecía ser su lema. Parte de mi empeño en hacer las cosas bien se debe a su insistencia y lo agradezco profundamente, así como su empeño en que tuviera buenas notas.  Comencé a relajar mi rigor en los estudios, por lo que mis notas en la universidad no fueron tan buenas como pudieron haber sido.  Yo pensaba que si podía sacar B sin esforzarme, ¿para qué hacerlo?  Como resultado obtuve más Cs de las que hubiese querido.  Lo cierto es que no necesité altas calificaciones para terminar mis estudios de derecho y pasar la reválida.  Estoy segura de que Mami estaría muy orgullosa de que su hija sea abogada, aunque no lo estaría tanto de mis notas.

Con el pasar de los años pude entender lo que creo estaba detrás de su insistencia en que obtuviese buenas calificaciones.  He pensado que sentiría frustración al ver que yo, con todas las herramientas, no me esforzaba  mientras que ella, que no tuvo las mismas oportunidades,  solo pudo estudiar hasta tercer grado.  No me cabe duda de que si hubiese tenido esas oportunidades se hubiese convertido en una profesional destacada de haberlo querido, ya que era una mujer brillante.  Con tan sólo un tercer grado entendía recetas o patrones de costura en inglés e interpretaba tanto lo uno como lo otro a perfección. Supo ser también una extraordinaria compañera de vida para mi papá, quien poseía una maestría y se codeaba de tú a tú con personas que poseían grados universitarios.

Cuando cursaba mi tercer año de escuela superior Mami fue diagnosticada con cáncer de seno.  Mami se enfrentó a la extirpación de su seno con estoicismo.  Inició su tratamiento de quimioterapia, pero eventualmente lo abandonó, cosa que me sorprendió, dado su carácter tan recio. Sin embargo, no la juzgo, como creo que nadie tiene derecho a juzgar a quien rechaza someter el cuerpo a la tortura de un tratamiento que puede matar el cáncer, pero también matar lentamente el cuerpo.  Años más tarde Papi también enfrentó al cáncer, pero en el colon.  Pese a que luchó hasta el final, el cáncer le ganó la batalla.

La noche que mi mamá murió yo estaba con ella en el hospital.  Llegó a decirme que ella jamás soñó tener un esposo y una hija tan buenos.  Yo hubiese querido ser aún mejor hija, como sé que ella hubiese querido que nos comprendiéramos mejor.  Tal vez, si estuviera hoy viva, habríamos logrado una mejor comprensión la una de la otra.  De lo que sí estoy segura, es de que estaría tan orgullosa de mí, como yo lo estoy de ella.  Hoy la recuerdo a través de un simple plato de espaguetis a la italiana, que se transforma, mediante el poder del amor, en un alimento para el cuerpo y más que todo, para el alma.



10 de mayo de 2020

Día de las Madres


2 comentarios:

  1. Hola Ana Angelica: Que bello y profundo este escrito hoy dia de las madres. Conoci a tu mama, como nina que ve otra mama diferente. Pude ser testigo de los trajes que te cosia que parecian de revista. Ciertamente, somos de una epoca especial y producto de una generacion que nos sembro suenos y sentido de responsabilidad. Un abrazo virtual!

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