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Este blog tiene el propósito de compartir mis ideas que estoy segura son las de muchos. Escribo sobre lo que me enternece, lo que me intriga, lo que me indigna o lo que me divierte. No me impongo fechas límite -escribo cuando quiero. El lector también puede elegir -hay relatos mas extensos, otros mas cortos. Entre cuando quiera. Vivo orgullosa de quien soy, de donde vengo y hacia donde voy, aunque no sepa como llegar... La imagen que lo acompaña es El Laberinto, de la serie Mandalas de Procesos, de Thalía Cuadrado, psicóloga clínica y artista, que me honra con su amistad. Me pareció apropiado para acompañar este blog sin dirección, porque son muchas las veces que me he sentido en un laberinto. Afortunadamente, siempre salgo…

jueves, 6 de junio de 2019

DESPUÉS









DESPUÉS DEL DOCUMENTAL

En mi publicación anterior hice alusión a que no había visto el tan comentado documental After María. Mis comentarios en aquel escrito se fundaron en lo que escuché de otros a través de sus entradas en Facebook, o lo publicado en el periódico. Hubo variedad de opiniones, lo cual refleja lo que postula el viejo refrán de que todo depende del cristal con que se mire.  Gracias a una muy buena amiga y como anticipo a un exquisito almuerzo, finalmente vi el documental.  Mi percepción no estaba lejos de lo que vi.

Creo que a muchos les gusta escoger una versión de la realidad.  La realidad es como un diamante con muchas facetas.  La apreciación de la joya dependerá del ángulo, de la distancia y hasta del conocimiento que usted tenga sobre diamantes.  Lo mismo ocurre con el vino.  Para empezar, hay gente a quienes no les gusta el vino.  Entre aquéllos a quienes nos gusta, entonces entran en juego la variedad de uva, la región y algo a lo que no se le puede adjudicar criterio valorativo alguno: el gusto.  A mi no me gusta la uva shyraz, pero eso no quiere decir que sea mala -es que a mi no me gusta.  Y aquí debo retornar al motivo de mi escrito, porque ya me veo enganchada en el tema del vino.

El género documental refleja una realidad de un momento o época dados, matizado por la visión de su creador.  En el caso que nos ocupa, la realizadora decidió retratar la experiencia de tres mujeres que se fueron refugiadas a Nueva York.  Muchos criticaron el documental reclamando que no reflejaba la realidad de lo que ocurría en Puerto Rico –pero es que ese no era el enfoque. La realizadora quería relatar la experiencia de esas tres mujeres y su familia y lo hizo.  Por un periodo de varios meses (presumo que 9) se hospedaron en un hotel, pago por FEMA, hasta que finalmente debieron abandonarlo el 1ro de julio.  El documental indica que debían trasladarse a refugios para deambulantes, situación que no debe ser nada agradable.  Lo que resulta extraño es que al menos una de ellas, que regresó a Puerto Rico para visitar la tumba de su padre, decide regresar a Nueva York.

El documental refleja mucho de lo que somos: la solidaridad entre desconocidos con una experiencia en común, el deseo de buscar elementos para celebrar en medio de la adversidad, pero también una pasividad que se resigna a esperar un milagro.  No veo por qué juzgamos a estas mujeres que esperan un milagro que les permita encontrar un lugar para vivir, mientras aquí estamos esperando un milagro que salve nuestras pensiones, cuando la crisis lleva años y decidimos ignorar todos aquellos que anunciaban que en un momento dado no habría fondos para pagar.  Son las mismas personas que esperan que el gobernador realice su acto de prestidigitación y produzca la solución milagrosa sin haber dicho cómo lo va a lograr.

Si rebuscamos en nuestras historias personales podemos identificar instancias en las cuales esperábamos que un milagro nos salvara de la situación amarga que estuviésemos pasando.  En mi caso, esperé 8 años a que la situación evidente de un matrimonio que no tenía futuro cambiara, porque esperaba que la crisis de turno se resolviese, sin enfrentarme a la realidad de que no eran crisis distintas –era la misma crisis, que asumía apariencia distinta. Creo que el documental pone de manifiesto realidades que no queremos ver.

Los puertorriqueños tenemos elementos comunes, pero no somos iguales en nuestras experiencias.  Muchos han dicho que estas mujeres no les representan, pero hay que ver si nuestra circunstancia particular es representativa del puertorriqueño.  Yo me siento más que orgullosa de mi puertorriqueñidad, pero no me considero representativa.  Sin querer ser pretensiosa, sino meramente basándome en datos del censo, pertenezco a una minoría dentro de mi innegable y a mucho orgullo origen: alcancé un grado universitario por encima del bachillerato, soy totalmente bilingüe, tengo estabilidad en mis finanzas, provengo de un hogar estable, en fin, como decía mi papá, he sido privilegiada.  Pero a pesar de ello, siento que tengo mucho en común con estas mujeres, pese a las diferencias evidentes.

Sospecho que a muchos les incomoda el retrato de lo cafre: la gente alborotosa, las uñas de acrílico, la actitud pasiva y resignada, el gasto en lo superfluo (como si los que están acá no  practicaran la absurda tradición de amanecerse para los especiales del viernes negro), la freidera y la actitud indolente de una adolescente, que es, después de todo, típica de la edad.  El documental refleja una realidad –la de esas mujeres.  No es la de todos, pero gústenos o no, refleja un modo de ser de muchos puertorriqueños.  Lo importante es que nos veamos en estas mujeres, abracemos todo lo positivo e iniciemos el proceso para cambiar lo negativo.

6 de junio de 2019

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