¿POR QUÉ VOTÉ POR ZARAGOZA?
Much@s que me conocen saben que en
las pasadas elecciones voté por Juan Dalmau para gobernador. Otr@s ya sabían que había decidido participar
en las primarias del Partido Popular y respaldar a Juan Zaragoza. Desde hace unas tres elecciones comencé a votar
mixto y por las pasadas dos, por candidaturas.
Poco a poco me fui desconectando del partido al que me sentía ligada
desde que ejercí mi primer voto. Ese
vínculo se estableció desde niña, al observar a mi papá y su admiración por la
figura de Luis Muñoz Marín. Llegué a ser
funcionaria de colegio por el PPD, junto a él y luego junto a mi ex esposo. Con el correr del tiempo, los candidatos que
se presentaban comenzaron a disminuir en calidad y ni se diga del desprestigio
del Estado Libre Asociado que quedó al descubierto con la implantación de la
Ley Promesa y su nefasta Junta de Control, digo, Supervisión Fiscal.
Nunca he sido afín con el
pensamiento PNP y el PIP había padecido de una arrogancia crónica hasta la
llegada de Juan Dalmau. Victoria
Ciudadana ha tenido algo de esa arrogancia, pese a que algun@s de sus miembros
han mejorado, pero no me convencían del todo.
Es por eso que para las elecciones pasadas decidí votar por Juan Dalmau,
algunos candidatos para la legislatura del PPD e independientes y Manuel Natal
para alcalde de San Juan. Estaba
decidida a votar nuevamente por Juan Dalmau, que no tuvo primarias, hasta que
comencé a ver entrevistas de Juan Zaragoza y me impresionó su análisis dirigido
a la necesidad de administrar sin importar las decisiones difíciles que haya
que tomar. No hay más que ver los
horrores en el Departamento de Educación y el de Corrección bajo la actual
administración, para darse cuenta de que hay una mezcla de politiquería e
incompetencia que nos lleva al desastre por la ruta de la indignación. Eso sin contar la demostración de la Comisión
Estatal de Elecciones en las primarias de ayer.
Zaragoza, que no quiso asumir la presidencia
del PPD, me convenció de que venía a atajar los grandes problemas del país sin
dejarse influenciar por el monstruo que habita las agencias gubernamentales:
los partidos políticos. Él lo vivió y yo
también, aunque a menor escala. Las
asociaciones de empleados de los dos partidos principales constituyen un grupo
de presión espeluznante. Los del partido
que gobierne toman muchas de las decisiones influenciados por el partido,
incluyendo la selección de candidat@s para puestos clave. Yo sé lo que es tener que resistir a la
presión para que se seleccione a un(a) candidat(a) o para que se cancele un
contrato sin hacer el análisis pertinente, simplemente porque el contrato fue
otorgado por la administración anterior.
Y cuando llega una nueva administración, much@s de l@s que pertenecen al
partido contrario arrastran los pies y no dan el máximo.
Al ver la figura de Zaragoza pensé
que Dalmau tendría una tarea muy difícil al enfrentarse a esa pared que pueden
ser los empleados del partido contrario, que serían ahora dos. Mover a todo un aparato gubernamental es una
tarea titánica y deduje que Zaragoza, por haber vivido en las entrañas del
monstruo, podía estar mejor preparado que Dalmau, que tendría que enfrentarse
no sólo a los retos de gobernar un país en quiebra, sino también a tener que
lidiar con una fuerza desmotivada, en el mejor de los casos y en el peor,
obstruccionista. Pues Zaragoza perdió,
así que volveré a mi plan original, ya que no creo que Jesús Manuel pueda
resistir el empuje de tod@s es@s partidari@s que estén o quieran entrar a las
agencias gubernamentales por otro motivo que no sea reclamarle el pago por su
apoyo. El sistema está tan dañado, que
se requiere de una persona muy particular para lograr un verdadero cambio y
ese, para mí, era Zaragoza.
La figura de Zaragoza no levanta
pasiones. No es un hombre con el don de
la palabra, no tiene una personalidad carismática y asume una actitud
aparentemente pasiva. Pero yo no lo
quería para que montara un espectáculo. Yo lo seleccioné porque le creo cuando
dice que venía a resolver los problemas que nacen de las fallas en administración. Le creo porque ya tomó decisiones
antipáticas, como cuando cerró el Zipperle’s y no cedió a las presiones de que
se perderían empleos y que afectaría la economía. Yo viví el reclamo de un empresario que
quería certificarse como firma en desventaja económica, sin cualificar para
ello y me acusó de estar en contra de lo que él decía era el propósito del
programa: crear empleos, porque esa era una prioridad. Hay que conocer bien los programas que se administran
-el propósito no era la creación de empleos, aunque eso era un beneficio
colateral, sino lograr que empresarios en desventaja económica-y él no lo era,
salieran adelante. Ninguna presión de altos niveles iba a hacer que yo
certificara a alguien que no procedía certificar. Lo mismo haría Zaragoza. Estoy segura que Dalmau también, pero creo
que le va a tomar más tiempo poder inspirar a los empleados de carrera, con un
equipo casi completamente nuevo.
Pese a todo esto, votaré por Dalmau
en las elecciones generales. Y Dios nos
coja confesa’os, porque con el triunfo de Jennifer en las primarias del PNP se
pone de manifiesto la maripilización de los procesos decisionales. Ella dice lo que la gente – o un grupo sustancial-
quiere escuchar. Dice que cancelará el
contrato de LUMA. Mire, yo detesto a
LUMA como el que más, pero zafarse de un contrato leonino como ese, implicaría
perder los millones de dólares que no nos podemos dar el lujo de perder, aparte
de lo que costará volver a montar la estructura de la AEE. Como ejemplo de decisión populista no hay uno
mejor que el de darle tablillas a los vehículos conocidos como four tracks,
que no están diseñados para transitar en carreteras principales y autopistas. Y
de que tiene carisma y sabe desenvolverse bien en público, no hay duda, pero
constituye una amenaza peor que Pierluisi -y eso es mucho decir.
Voté por Zaragoza y no considero
que fuese un voto perdido, como se ha puesto de moda decir. No fue perdido, porque cualquier esfuerzo
para adecentar la política que tan maltrecha está es válido. Hace falta analizar bien las decisiones que
tomamos y yo hice un buen análisis, de acuerdo con mi conciencia, no a base de lo
que otr@s pensaran. Fueron much@s l@s
que me dijeron que no votaban por Zaragoza, pese a que era mejor candidato que
Jesús Manuel, porque iba a perder. Lo
mismo que me decían y me dirán con respecto a Dalmau. Y se convierte en la profecía auto cumplida
-si no votan por él, por supuesto que no gana.
Para estas elecciones el país se
juega su estabilidad. No se pueden tomar
decisiones a base de simpatías o de lo que no se analice bien. Si usted hace un verdadero análisis y decide
algo diferente a lo que yo creo, por lo menos lo analizó. Quedarse en la casa y no votar no es una
opción, porque si yo no tomo decisiones, otr@s lo harán por mí y francamente,
el panorama no es nada halagador.
3 de junio de 2024