UNA NIÑA FELIZ
Me he
topado varias veces con esta foto de mi niñez – unas veces en un maltrecho
álbum familiar que poseo y más recientemente, en unas pertenencias de Papi que
recogí en el proceso de terminar de desalojar –tras la muerte de su esposa- las
pocas pertenencias que de él quedaban en el apartamento que vivió hasta hace 31
años. La foto muestra una niña feliz,
reflejo del amor que recibía de sus padres.
Todavía queda algo de esa niña feliz, aunque a veces me domine una
tristeza que nada tiene que ver con el amor de mi papá.
En esta
vida he dudado muchas veces, pero jamás he dudado del amor de mi padre. A riesgo de ser repetitiva, porque he contado
esto muchas veces, luego de yo nacer mi papá me recibió de manos de una
enfermera que me colocó en una almohadita, porque yo era una niña
chiquitita. Desde ese momento, según
relataba mi papá, se estableció ese vínculo que tras todos los años transcurridos
sin tener su presencia física, se mantiene indisoluble. Papi celebraba todos
mis logros –los grandes y los chiquitos.
Cuando me contemplaba en silencio por un tiempo más allá de la mirada
casual sus ojos delataban el asomo de lágrimas.
Esas
lágrimas de mi papá no eran de tristeza; eran de una emoción que brotaba del
espíritu sensible que poseía. Salían
durante una película emotiva o escuchando pasajes de sus conciertos de violín
favoritos. Debido a que yo salí, como le
dijo la enfermera que me entregó en sus brazos –cagaíta al pai, me ocurre exactamente lo mismo. Hoy decidí escuchar sus conciertos de violín
favoritos –particularmente Bruch y Beethoven y presté particular atención a
ciertos pasajes que son tan sublimes que por momentos contuve la respiración
para que nada perturbara la experiencia.
Y sí –hubo lagrimitas.
Hoy, Día
de los Padres, doy nuevamente gracias por el padre que tuve. Gracias a él puedo tener conciencia de que hay
muchos niños y niñas que no han tenido buenas experiencias con sus padres e
incluso, algunos ni saben quién es. Gracias a él, busco la manera de llevar a
cabo pequeñas acciones para lograr cambios en nuestra sociedad, de forma tal
que tengamos relaciones más saludables con nuestra familia y vecinos. Gracias a
mi Papito, soy consciente de que he sido bendecida y que pese a algunas
dificultades que no son mayores a las de otros, esa niña feliz aún me habita.
Feliz Día
de los Padres, Papito
20 de
junio de 2021